1.
Disponer de tiempo para realizar su función. La tutoría demanda muchas veces
más horas que las que obliga la jornada laboral, o cumplir esta en un horario
extra. El profesor que asuma el cargo de tutor debe ser consciente de la
responsabilidad que asume.
2.
Aceptación voluntaria del cargo. El ejercicio de la función de tutor no puede
ser impuesto. Nadie hace las cosas bien cuando es obligado; lo terminará
haciendo a desgano, lo que se reflejará en el impacto que puede tener el
servicio en apoyo de sus estudiantes.
3.
Coherencia personal. La tarea de orientación se asocia fuertemente a la
trasmisión de valores, pautas de conducta, respeto de los demás. Para que el
tutor pueda trasmitir estas actitudes tiene que pregonar con el ejemplo.
4.
Carisma. El tutor debe trasmitir confianza; su modo de actuar debe facilitar el
establecimiento de relaciones cordiales y fluidas. Por tanto, no debe ser ni
"el malo de la película", el excesivamente riguroso y a quien todos
le temen; pero tampoco aquel que su carácter permite que los estudiantes se
excedan llegando incluso a muestras de falta de respeto.
5.
Capacidad de comunicación. La predisposición al diálogo, a establecer vínculos,
a inducir a la conversación de aquellos estudiantes que son tímidos o
desconfiados debe ser una cualidad de todo tutor. No hay posibilidad de ayudar
a un estudiante con problemas sin comunicación. Además, la motivación del
alumno la logra el tutor esencialmente a partir de tres condiciones:
identificar qué es lo que el alumno hace mejor, saber qué es lo que más le
gusta y saber quiénes son sus amigos. Nuevamente, ayudarlo a descubrir esas
cualidades se logra a través de la comunicación.
Autores: María Victoria Gordillo Alvarez-Valdés
Revista complutense de educación, ISSN 1130-2496, Vol. 7, Nº 1, 1996 (Ejemplar dedicado a: La función tutorial) , págs.83-96
Fuente complementaria.
http://www.buenastareas.com/ensayos/Perfil-Del-Tutor/610352.html
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